Paisajes
Carlos Pardo Gómez
Paisajes
Paisajes es una colección de obras de gran formato, paisajes abstractos y algunas figuras integradas. Se realizó en el Centro Puertas de Castilla de Murcia y viaja a Madrid a la sala de la Fundación Cajamurcia. La muestra estuvo comisariada por F. Jarauta.
Carlos Pardo Gómez
Título: Paisajes
Ámbito: Pintura
Año: 2012
Ubicación: Centro Puertas de Castilla
Material
Catálogo Exposición

Francisco Jarauta  «Paisajes»

Gleizes y Metzinger sugieren que para entender la abstracción hay que remontarse a Gustave Courbet, y esto, de forma paradójica,
ya que fue Courbet el último prisionero de las convenciones visuales, al ignorar que para descubrir una relación verdadera hay
que sacrificar mil apariencias.

No llegó a sospechar que el mundo visible sólo se hace real a través de la operación de la mente, y que los objetos que nos
golpean con más fuerza no son siempre aquellos cuya existencia es la más rica en verdades plásticas.

La mirada de Courbet sobre el paisaje atravesó todas aquellas turbulencias propias de quien insiste en la verdad. Más allá de
los presupuestos que habían regido la gran tradición de la pintura que llegó a Delacroix, exige al arte un regreso a la naturaleza.

Un viaje que abandonaría así la intención de hacer posible una vez más la relación entre arte y mundo, tal como había sido soñado
por el clasicismo. Ésta era la verdad difícil del naturalismo que Courbet representó.

“Hay que pintar con la luz de Courbet”, afirmaba el viejo Cézanne. Fue él quien con más radicalidad defendió que la pintura no
es ya el arte de imitar la naturaleza, sino el de dar una conciencia plástica a nuestro instinto.

Cézanne sabía bien que las fronteras que separan las cosas conducen al mismo abismo. Cézanne nos enseña a mirar atentos,
no a lo evidente, sino a lo que él llama el dinamismo universal.
Es así como sus obsesivos viajes a la Sainte Victoire tendrán algo de ritual, era el viaje a la búsqueda de una realidad fundamental,
siempre la misma, al margen de aquellas oscilaciones que la luz en sus diferentes declinaciones pudiera darle. En sus últimos
trabajos del Chateau noir todo terminará confundiéndose como en una materia que lo abraza y funda.

La verdad de Cézanne radica precisamente en esta distancia que nos precipita en el abismo de la naturaleza. Hay otras renuncias y otras búsquedas. Unas caminarán en la dirección de una progresiva distancia tal como han propuesto las diferentes etapas de la abstracción. Otras se centrarán en la tensión justa de quien, desconfiando ya del valor de la apariencia,
recorre el camino de la pintura y la naturaleza para trazar la línea roja de sus relaciones. Es ahí que se afirma el proceso mismo
de la pintura, dando lugar a las series de aproximaciones a aquel paisaje que, como en la Sainte Victoire, era ya todo el mundo.
Este muro o aquella roca son ya toda la naturaleza.

Cézanne pensaba como Leibniz al respecto, todo estaba contenido en la dimensión real de las cosas. Y es desde esta perspectiva que hay que acercarse al serio y apasionado trabajo de Carlos Pardo en esta serie de paisajes que ahora presenta y que son el resultado de una madura reflexión no sólo sobre el paisaje, sino también sobre la pintura, hecha desde la emoción de quien decide desde el silencio arrojarse al mar de desafíos que siempre es el arte.

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